Un ataque de lucidez
Este libro es una inspiradora exploración de la conciencia humana y sus posibilidades. Una mañana, la neuroanatomista Jill Taylor descubrió que estaba teniendo un derrame cerebral masivo. Amante del funcionamiento del cerebro, Jill presenció fascinada cómo sus capacidades mentales la iban abandonando una a una, y fue capaz de recordar el proceso. Tras una recuperación que duró ocho años, Jill pudo escribir sobre el derrame, lo que aprendió gracias a él y cómo lo superó. La suya es una historia poderosa sobre cómo nuestro cerebro nos define y cómo nos conecta con el mundo.
Aquí transcribo un pequeño extracto del libro tomado de "My Stroke of Insight" (Un ataque de lucidez) de la Dra. Jill Bolte Taylor.
Defino el término responsabilidad (habilidad de responder) como la habilidad de elegir la manera en la que respondemos a los estímulos que vienen de nuestros sentidos en cualquier momento dado. Aunque existen ciertos programas del sistema límbico (emocional) que se detonan automáticamente, el proceso de detonación, pasaje por el cuerpo y eliminación completa de estos programas del torrente sanguíneo toma sólo 90 segundos. Mi respuesta de enojo, por ejemplo, es una réplica programada que puede detonarse automáticamente. Una vez iniciado el proceso, la sustancia química que produce mi cerebro viaja por mi cuerpo y tengo una experiencia fisiológica. Noventa segundos después de la detonación inicial, el componente químico de mi enojo se disipa por completo de mi sangre y termina mi respuesta automática. Sin embargo, si sigo enojada después de trascurridos los 90 segundos, es porque he optado por dejar que se siga detonando el circuito. Momento a momento elijo, ya sea engancharme con mis circuitos neurológicos o regresar al momento presente, permitiendo así que esa reacción, que es fisiológica y pasajera, se desvanezca. A nivel intelectual, entendí que podía supervisar y cambiar mis pensamientos cognitivos, pero jamás se me ocurrió que podía decidir cómo percibo mis emociones. Nadie me dijo que la bioquímica de mi cuerpo necesita sólo 90 segundos para capturarme y liberarme. Este conocimiento ha tenido un efecto enorme en la forma en la que vivo mi vida. Tal vez otra razón de nuestra habitual elección de no ser felices sea que, cuando sentimos emociones negativas intensas, tales como la ira, los celos o la frustración, funcionamos activamente usando circuitos complejos de nuestro cerebro que parecen tan familiares que nos sentimos fuertes y poderosos. Conozco a personas que optan por ejercitar sus circuitos del enojo con regularidad porque esto las ayuda a recordar lo que es ser ellas mismas.
La esperiencia de Jill Taylor contada por ella misma en este enlace