El ejercicio de rotación
Algunas personas sienten que tienen problemas para desconectar la mente y poder meditar o sintonizar con ellas mismas.
Este ejercicio es una ayuda perfecta para remediar este obstáculo inicial.
La rotación hace que los dos lóbulos del cerebro, los hemisferios izquierdo y derecho, vibren de una manera sincronizada el uno con el otro.
En nuestros estados de conciencia externos, los dos lóbulos pulsan con ritmos sincronizados en sentido opuesto, lo que crea los patrones más rapidos beta del cerebro del pensamiento lineal.
El estado beta nos impide desarrollar una conciencia holográfica.
En los niños y en los grandes maestros de la meditación, las ondas del cerebro están sincronizadas. Cuando ambos lados del cerebro empiezan a pulsar con una vibración sincronizada, nos movemos hacia el estado alfa e incluso hacia estados theta más lentos que sirven de puente entre los dos hemisferios y posibilitan una percepción holográfica.
A medida que las ondas del cerebro reducen la velocidad en estas octavas, la mente más elevada entra en juego y estamos dispuestos no sólo para un conocimiento interno, imágenenes e información subjetiva simbólica, sino también para un rejuvenecimiento y sanación.
Normalmente sólo experimentamos estos estados de un modo inconsciente, por ejemplo cuando dormimos, pero el giro nos puede ayudar a alcanzarlos conscientemente y a voluntad.
Este ejercicio de rotación es especialmente útil para las personas que están muy tensas, que sufren estrés, que no meditan porque no pueden calmar sus emociones o patrones de pensamiento o que no hacen suficiemte ejercicio físico.
Después de girar, la circulación sanguínea mejora, el cuerpo se suelta y se distiende, el cerebro parece lavado y caemos en un estado de meditación tranquilo y de forma natural.
El ejercicio libera las cristalizaciones del ego y ayuda a superar la sensación de separación interna o externa.
Los niños suelen mostrar una propensión natural a dar vueltas hasta que acaban cayéndose y se ríen. Les gustan las sensaciones fuertes del movimiento.
Los derviches, por ejemplo, utilizan ejercicicos de giros para abrirse a niveles más elevados de experiencia divina.
Cualquier movimiento que nos hace más fluidos y más flexibles nos ayuda a superar los límites rigurosos de la conciencia.
Puede dejar que la conciencia de su cuerpo decida si girar hacia la derecha o a la izquierda. Quizá quiera girar en ambas direcciones.
Girar hacia la izquierda, en contra de las agujas del reloj, atrae energía al cuerpo.
Girar hacia la derecha, en el sentido de las agujas del reloj, saca las energías negativas del cuerpo.
Nuestro cuerpo posee un campo electromagnético que atrae y almacena los impulsos electromagnéticos.
Cuando giramos, producimos en nuestro cuerpo un movimiento que crea un tipo de fuerza centrífuga capaz de arrancar energías extrañas.
El movimiento giratorio es como una espiral de energía.
Cuando giramos a la derecha, sacamos energía vieja o lenta y nos despegamos de ella.
Pregunte a su cuerpo en qué sentido es mejor empezar a girar y hágalo. En general, es mejor girar en el sentido de las agujas del reloj, por lo menos para terminar. Puede fijar su mirada en un objeto para mantener su equilibrio, si lo prefiere.
Los maestros orientales sugieren que se haga veintiuna veces: sin embargo, quizá tenga que hacer menos al principio y aumentar cada vez más.
Después siéntese y respire hondo. Si llega a sentir náuseas, la respiración lo aliviará. Cierre los ojos, respire y sienta cómo un gran espacio lo llena.
Esto es excelente para obtener una inspiración para la solución de problemas.