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Impotencia sexual y la psicosomática

SEÑOR IMPOTENCIA SEXUAL

-Sufro de una impotencia sexual desde hace casi cuatro años. Lo he intentado todo, incluso las nuevas pastillas por las que todo el mundo se pelea, y constato: muy pocos resultados en definitiva. Últimamente, vi a un hombre al que conozco bien me explicó que a veces podía existir un factor psicológico en este tipo de problemática, sobre todo cuando los tratamientos puestos recientemente en el mercado de la erección no funcionan. Me dejé llevar y le conté todo. En el fondo de mí, sentía que podía entenderme y ayudarme.

-¿Qué le contó?

-Para empezar, mi manera de ver el desarrollo de las operaciones. Usted sabe, tengo una carrera militar y acabo de jubilarme. Así podrá entender mejor mi lenguaje. Para mí, el acto sexual se desarrolla en cinco fases.

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Para empezar hay una fase de aproximación más o menos larga, en función de la situación y de la predisposición de mi mujer: preliminares con caricias, ternura, etc. Generalmente esto no me da muchos problemas, ya que la erección llega sola. No es fantástica, pero me conformo ampliamente y me permite pasar a la segunda fase, bastante corta: la penetración en territorio amigo. Hasta así, todo va más o menos bien. Todo se complica más bien durante la tercera fase: la acción comando propiamente dicha. Tengo la impresión de que estoy en territorio hostil, inseguro, y siempre en ese momento, mi vigor eréctil atenúa progresivamente sin que pueda hacer algo para evitarlo. Mientras más intenso es el ejercicio, más se encoge mi pene, desafiando todas las leyes del ejercicio físico que practico tres veces por semana. Al cabo de un cierto tiempo, estoy obligado a batirme en retirada y me camuflo bajo la manta esperando la quinta etapa: el sueño merecido. Es inútil que le diga que la cuarta etapa fue saltada, estoy hablando de la descarga final, del lanzamiento de las municiones.

-¿Tiene alguna idea acerca de esa avería durante la tercera fase?

-Algo imagino, pero no estoy seguro. Esto me obsesiona y no es nada fácil decirlo. Sé que existe el secreto profesional, así que me lanzo. Tuve una aventura con una mujer. Sólo duró algunos meses pero fue bastante intenso. Era la primera vez que engañaba a mi mujer. Por más que le de vueltas en mi cabeza, no se me ocurre nada más.

-Si fuera psicoanalista, le hubiese pedido que viniera dos a tres veces por semana durante un cierto tiempo. Hoy en día, trato de ir más rápiedo gracias a la dinámica del sistema psíquico de protección. Éste focaliza vuestra atención consciente en este hecho relacionado estrechamente con vuestra problemática, ya que la fuente del conflicto es seguramente mucho más fuerte de lo que cree. De su motivo de consulta: Impotencia sexual, aceptaré con mucho gusto la palabra impotencia y le propondré que busque en vuestra memoria una situación en donde éste estado de ánimo se sitúe al dentro del debate meníngeo y no solamente sexual. Además, voy a ayudarlo tratando de ponerle en situación. Se trata a menudo de una situación imprevisible que le ha sorprendido y a la que no se esperaba. Sentimiento de desasosiego, de angustia o de desamparo pudieron acompañarla.

-Veo una cosa: la hopitalización de mi madre y su regreso a la casa. Además fue justo después de mi escapada amorosa.

Mi madre fue hospitalizada para ser operada de la vesícula biliar. Todo sucedió de buena forma y preferí recibirla en mi casa durante su convalecencia, con el acuerdo de mi mujer por supuesto.

Vivía sola desde el fallecimiento de mi padre y no me hacía a la idea que regresara a su minúsculo dos piezas en un barrio norte de Marsella. Todo ocurrió sin problemas hasta el día en que fuí llamado de urgencia por mi mujer, ya que mi madre no estaba bien. Cuando llegué a casa, asistí a un espectáculo insuperable: mi madre sangraba y las sábanas estaban completamente rojas. Yo mismo enloquecí y llamé a los bomberos. Tardaron un tiempo interminable en venir y durante ese momento sentí que mi madre iba a irse ya, que estaba estirando la pata. No sabía qué hacer. Estaba desamparado, incapaz de controlar la crisis. Ya veo, Fui impotente delante de esa situación

Finalmente no era nada importate. Era la sonda que goteaba demasiado fuerte y no era sangre lo que caía. Volvió a casa una hora después, ¡Pero qué angustia! Ahora sé de qué habla cuando habla de desestabilización psíquica. Nada que ver con las operaciones comando a las que estábamos preparados.

-Si hubiese trabajado en el campo de la salud, como enfermero, médico o kinesiterapeuta no estaría aquí, ya que este tipo de incidente es frecuente y perfectamente controlabe. En cambio, como no sabía nada al respecto, su sistema psíquico de protección lo protegió como se debe al momento de integrar esa brusca subida de contrariedad. Le hizo olvidar este episodio, que se cuenta dentro de los más "marcadores", gracias a la Inhibición, y después transformó la impotencia para actuar frente al drama que vivió respecto a su madre en impotencia sexual, más fácil de controlar psíquicamente gracias al desplazamiento y a la proyección. Así, más se ocupa de esta impotencia sexual, menos se acuerda de vuestra impotencia para actuar.

Este caso está extraído del libro

"Principios de Psicosomática Clínica" del Dr. Salomon Sellam

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